Foto: Melissa Gold P. |
En 1972 la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo, Suecia, hizo hincapié en el principio 19 de la Declaración Política de esa reunión que “recomienda impulsar procesos educativos sobre el medio ambiente, escolares y no escolares y dirigidos a todos los sectores y grupos de población para fomentar una toma de conciencia crítica sobre los problemas del medio y actuar en consecuencia.”
Desde entonces han seguido encuentros, conferencias, talleres, pero… ¿por qué la educación ambiental sigue teniendo un lugar tan pequeño en muchas instituciones y escuelas? El mejor de los escenarios ha sido la incorporación de temas ambientales en las asignaturas de ciencias naturales y son contados casos la implementación de políticas que apuntan a la creación de hábitos más saludables para el medio ambiente (contenedores para reciclar, huertos escolares, reuso de materiales, etc.)
Hay algo que aun no ha quedado claro y es que la educación ambiental no es un “curso” más, es una formación que atraviesa cada etapa y lugar en el que desarrollamos nuestra vida y puede aplicarse lo aprendido a nivel personal, social, cultural, comercial o profesional.
Si bien los cimientos de la educación inician en casa, la escuela es un agente de cambio fundamental, afianza valores y construye hábitos, y por ello es de vital importancia para fomentar en las nuevas generaciones la conciencia ambiental.
Los niños aprenden lo que viven y eso exige un compromiso de parte de la escuela para repensar no sólo la currícula sino los espacios en los que se desarrollan las actividades y cómo se relacionan con la comunidad a la que pertenecen.
Foto: Melissa Gold P. |
Colombia aplica los Proyectos Ambientales Escolares (Praes) consistentes en un conjunto de actividades articuladas con la vida comunitaria local, en las que se pone en práctica lo aprendido en la escuela con la participación de los padres.
Brasil ha tenido grandes avances fortaleciendo la currícula y sobre todo en la capacitación de maestros mediante la asesoría y el acompañamiento de las experiencias concretas en las escuelas.
España impulsa las Ecoauditorías Ambientales, que poco a poco inducen mejoras en el programa escolar. Las ecoauditorías forman parte de un plan de mejora continua de la calidad de los centros educativos.
En Perú, el Ministerio de Educación cuenta con la Dirección de Educación Comunitaria y Ambiental que promueve proyectos en las escuelas a nivel nacional, conferencias y talleres, además de contar con una web que proporciona recursos pedagógicos y material educativo, lo que facilita la labor del maestro en el aula.
Hay escuelas por todo el mundo que día a día van implementando estos conceptos, pero quiero resaltar el esfuerzo de dos escuelas en Cusco, Perú, que han incorporado la conciencia ambiental a su razón de ser:
Asociación Pukllasunchis, con su manifiesto: “Buscamos un desarrollo sostenible, trabajando para que nuestras alumnas y alumnos desarrollen sensibilidad y una actitud crítica y reflexiva hacia el entorno, basada en la participación directa. Que desarrollen una conciencia de respeto hacia el medio ambiente, la responsabilidad hacia su conservación y el manejo equilibrado de lo que la naturaleza nos ofrece, sumándonos así al esfuerzo por detener y revertir el proceso destructivo de nuestro planeta.”
Y el Ausangate Bilingual School que cuenta con un programa de conservación ambiental a través del cual toda la comunidad educativa aprende a establecer una mejor relación con el planeta. La educación ambiental se dicta de diferentes maneras en todos los grados académicos y es participativa. Al encontrarse a las afueras de la ciudad privilegian un ambiente natural de árboles y campos de cultivo, que se convierten en auténticas aulas vivas. Además de su proyecto “Tierra de Niños”, que organiza parcelas de tierra que se entrega a los alumnos para su manejo. Este proyecto rescata además, saberes ancestrales de los andes y se aprenden nuevas tecnologías de cuidado ambiental. Aplican las 3 “R” (Reducir, Reusar, Reciclar) no sólo en la escuela, sino que se motiva a los maestros y padres de familia a incorporar estos hábitos en su vida cotidiana. Han desarrollado iniciativas como las “bancas ecológicas”, utilizando ecológicos que permiten encapsular la basura plástica y evitar que llegue a los ríos.
Pero hay otras formas de inculcar en los niños la conciencia ambiental, como parte o no de la currícula, acá algunos consejos para iniciar:
- Realizar una campaña del cuidado del agua, con carteles o niños que vigilen el uso correcto de este preciado y cada vez más escaso bien.
- Colocar contenedores para separar los residuos sólidos y utilizar los residuos orgánicos para hacer compost (abono para las platas).
- Si es posible, sembrar árboles y mantener un espacio en el que los niños aprendan a sembrar.
- Reutilizar el papel y otros materiales para trabajos de arte, por ejemplo.
Cuéntame… ¿Conoces iniciativas de educación ambiental que quieras compartir con nosotros? ¿Tienes algún consejo para padres, maestros y alumnos? Siéntete libre de compartir tu experiencia con la educación ambiental.
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